Los alumnos de FPB 1 junto con su profesor, Ángel Pérez, organizan una muestra sobre Nikola Tesla en la Sala de Exposiciones del IES. Han llevado a cabo un proyecto de investigación sobre la figura y el trabajo del gran genio de la luz, olvidado injustamente durante décadas.
EL GENIO OLVIDADO Y
PROHIBIDO.
La primera vez que Nikola Tesla
oyó hablar de la electricidad acababa de nevar, pero soplaba un aire cálido. El
ambiente estaba cargado de electricidad estática en la pequeña aldea de
Smiljan, situada en una región montañosa del Imperio Austrohúngaro, en la
actual región de la Krajina (Croacia, aunque de mayoría serbia). Corrían los
primeros años de la década de 1860 y el pequeño Tesla estaba acariciando a
'Macak', su gato querido -al que dedica algunas de las páginas más emotivas de
sus escritos-, y, de pronto, del pelaje del animal empezaron a brotar chispas
de una manera brutal, unos espectaculares rayos que nunca pudo apartar del
recuerdo. Sus padres, un sacerdote ortodoxo con gran cultura y una ama de casa
analfabeta, presenciaron aquello. El religioso tomó la iniciativa y le explicó
al niño que se trataba de electricidad estática. «Lo mismo que ves en las copas
de los árboles cuando hay una tormenta», dijo. Ese fue el comienzo de su rico y
productivo mundo interior. Tesla, que apenas contaba tres años, escribió en su
vejez que, después de aquello, imaginaba el mundo como un gran gato al que Dios
acariciaba el lomo mientras los rayos descendían hasta la superficie terrestre.
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