Un acto sencillo, casi familiar, sesenta personas reunidas para recordar a una mujer que ha provocado un escalofrío en el recuerdo de muchos de los presentes. Faltó el amor, el respeto y la comprensión de la sociedad de su momento. Hoy es el día de recordar y honrar a la Muda, a Bonifacia Ramírez Viso.
Comenzó Manuel José, director del Instituto, señalando que este galardón quiere hacer visibles a mujeres que han dejado una huella en la comunidad. La memoria sirve para allanar el camino del futuro pues inserta en la educación, es motor de igualdad real.
Después, intervino Pilar, concejala de Bienestar Social y representante del Consejo Local de la Mujer, que aplaudió este acto como necesario para la igualdad real de hombres y mujeres.
Marisa Moraleda, maestra y enamorada de la educación, "mujer de educación, comunidad y colaboración, una persona que suma" en palabras de Manuel José, toma la palabra para desarrollar su ponencia Mujer y Educación.
Primero hace una confesión de humildad y prefiere hablar desde su condición de hija, de madre y de mujer. Hace desfilar una serie de opiniones sobre la Educación, Kapone, Frost, Indira Gandhi, Virginia Wolf, Margaret Mead, María Montessori, Paula Freire, Marie Curie, Platón, Rigoberta Menchú. Recalca que la educación tiene dos vertientes claras: la personal y la social.
La mujeres son las primeras educadoras, como madres y su trato íntimo con los hijos. Hasta hace muy poco su papel ha sido el de cuidadora del hogar y segundona del hombre. Reconoce que hay excepciones como Hipatia de Alejandría, Elvira Fernández-Almoguera o Margarita Salas, todas escondidas, desconocidas y de medios sociales privilegiados. Excepciones en un mundo de hombres, de una cultura que considera a la mujer imperfecta e inferior al sector masculino.
Según Marisa, la única palanca capaz de hacer avanzar a la sociedad en la igualdad de sexos se llama Educación y cuando ésta se mueve en ese sentido, la sociedad se hace más justa. Un ejemplo fue el manojo de medidas educativas reformistas y coeducadoras de la II República. Pero esa cara tenía su cruz, ya en 1938 el régimen franquista regresa a la educación tradicional y a la separación de sexos, la mujer vuelve a sus labores y de nuevo estará muda.
Con la transición y la democracia se alcanza la igualdad de derecho, pero la igualdad real es una lucha continua, donde la educación vuelve a jugar un papel principal.
Otro paso atrás es la última crisis económica, los recortes presupuestarios han hecho mucho daño a estos avances.
Por último avisa del desarrollo del Séptimo Reino, que tiene sus propias leyes, que evoluciona como un ser vivo independiente, que es un agente educativo vital y exento de control: la Tecnología, la comunicación permanente e inmediata, los medios sociales, fuentes de información y de mentiras propagadas, de posverdades. Aquí Marisa pone en guardia al auditorio ante lo que se puede perder y señala lo que se ha conseguido hasta ahora. El péndulo de la historia puede iniciar un nuevo movimiento inverso.
Como broche a su intervención, Victor y Natalia, alumnos de 1º de Bachillerato, han leído el poema "Por mi pueden irse" de Loreto Sesma
La segunda parte del acto se dedicó a la homenajeada desaparecida: Bonifacia Ramírez Viso.
Lola Martín Consuegra, psicóloga y antropóloga, hizo un retrato de Bonifacia señalando su lucha por la supervivencia en condiciones muy adversas: madre soltera, pobre, desfigurada, discapacitada, utilizada por su aspecto para dar miedo a los niños. Se crió con su hermana y tuvo una familia que la quiso, muy pobre. No fue aceptada ni respetada por la sociedad que le tocó en suerte, que la despojó de su dignidad como persona. No estuvo subyugada a ningún valor cultural de la época, sin embargo fue una madre ejemplar en un entorno de hambre y miedo.
Tras su emotiva defensa, se procedió a la entrega de una placa de reconocimiento a Bonifacia Ramírez Viso, La Muda, recogida por Isabel y Sara, sobrina y bisnieta de Bonifacia.
Terminó el acto con la intervención teatral de Alba, Sona, Delia y Hasna, alumnas de 1º de Bachillerato que afirmaron ser La Muda y que exigieron a todos dignidad y justicia, con su voz, su movimiento y su sentimiento pusieron voz merecida a La Muda.
Félix Patiño Galán
La muda, tenia un hijo , Pedro, hace muchos años que no se nada de él.
ResponderEliminarEnhorabuena Marisa. Me hubiese encantado estar allí
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