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martes, 7 de mayo de 2019

INMERSIÓN LINGÜÍSTICA EN UN PARAÍSO, EL CANTALAR


                Paraíso se puede definir de muchas maneras. Según el diccionario de la R.A.E., es el Jardín de las Delicias donde Dios colocó a Adán y Eva, punto donde empezó la humanidad. También se puede definir como lugar hermoso y tranquilo en el cual viven las almas justas tras la muerte gozando de una felicidad completa. Recurro al término “paraíso” para referirme al Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y las Villas, situado en la provincia de Jaén, que nuestros alumnos de 1º y 2º E.S.O. visitaron los días del 23 al 26 del pasado mes de abril.
                Tras las interminables curvas en autobús por la sierra, llegamos más allá del mediodía al Cantalar, alojamiento rural en el pueblo de La Iruela en el que nuestros alumnos realizarían un curso de inmersión lingüística en lengua inglesa. La primera sorpresa fue un delicioso estofado de carne con verduras con el que nos recibieron los monitores cálidamente. La segunda, para los alumnos, fue el ser conscientes de que tanto los monitores, como las profesoras que les acompañábamos, únicamente les hablaríamos en inglés, por lo tanto, debían esforzarse en utilizar esta lengua vehicular si querían ser atendidos apropiadamente. La tercera y última sorpresa, de la que ya estaban avisados, fue que sólo se les permitiría utilizar el teléfono móvil durante una hora al día para centrarse en la inmersión, que era el objetivo de participar en este campamento.
                Los días pasaron rápidamente. Los alumnos participaron en diversas actividades amenas como un curso de cocina saludable y otro de plantas aromáticas para hacer jabones con olor a lavanda. Otro día fueron de excursión por el bosque para aprender a medir la edad y la altura de los pinos, y además jugaron en grupos in situ para concienciarles de que el ser humano es una minúscula parte del gran ciclo de la vida en el que cada ser vivo es imprescindible para que la cadena no se rompa. Por último, aprendieron la letra de la canción escocesa “The Wild Mountain Thyme” que cantaron a capella varias veces al son la guitarra española.
                Las noches también tuvieron su encanto. Los alumnos disfrutaron de juegos como el tradicional escondite con linternas en la zona cercana del Cantalar, donde se buscaban unos a otros emocionados por el misterio y cierto miedo que oculta la oscuridad. Otra noche aprendieron la historia de algunas constelaciones importantes, como la de las Osas Mayor y Menor. La última noche, a modo de despedida, tuvieron una fiesta en la que bailaron sin parar, a la vez felices, pero también melancólicos, porque la aventura se acercaba a su final.
                El último día no fue menos. Los monitores habían preparado actividades multiaventura como escalada, tiro con arco y tirolina. Fue el punto y final perfecto para despedirse a lo grande de este lugar mágico. Tras el cierre de estas actividades, hubo cierta nostalgia y pena por parte de los jóvenes, pero que también los monitores y nosotras, las profesoras, sentimos.
Nunca olvidaremos el olor a hinojo, pino, romero (“rosemary” que tanto gustó a los alumnos…, el sonido del agua cayendo por la sierra y las rocas, la melodía de las aves o  sonidos emitidos por animales escondidos como jabalíes…; todo mezclado con diversión, aprendizaje, compañerismo e inmersión lingüística con la que los alumnos se sintieron muy cómodos todo el tiempo. La paz que se respira aquí nos inundó a todos los sentidos y nos hizo sentir pequeñitos en el corazón de nuestra segunda madre, la Tierra. Sin ninguna duda, fue  una aventura inolvidable y muy recomendable de repetir en el futuro.

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