Han discurrido antiguos juegos de niños (botones, pídola); trabajos duros e interminables de mujer, la casa, los hijos, el campo; las cartillas de racionamiento; el valor de la educación escasa o imposible.
Mercedes es contundente en su mensaje: Hay mucho que hacer en el camino de la igualdad, tenemos que reivindicarlo todos.
La segunda parte del acto corresponde a la galardonada Agustina Galán Molina-Prados. Después de una breve y sentida presentación de Manuel José Díaz-Pacheco, Agustina nos cuenta su vida con la serena alegría que siempre le acompaña. Actúa como entrevistadora y facilitadora de su exposición su sobrina María Eugenia Díaz-Pacheco. Y así asistimos a una vida de una muchacha que vino al mundo como la séptima hija de una familia de la Herencia de los años 40. De nuevo los trabajos en el campo y su prolongación en casa con las "cosas propias de mujeres". Los juegos de pequeña, la muerte de su hermana Dolores que la marcó con dolor, su noviazgo con su fiel Ramón, su boda con baile en el parque, el recuerdo luminoso de alegría del nacimiento de su primera hija, Pilar, las vecinas de su barrio, que más que vecinas son familia, su paso por la cantina del Hermógenes y la relación fraternal con todos los alumnos de entonces, que todavía la tratan como parte de su familia. Le hubiera gustado ser maestra de niños pequeños. Termina con un consejo para los muchachos de la sala: Que no haya discriminación entre chicos y chicas y haced caso a vuestros padres.
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